4 jul 2006

¿Qué fue lo que pasó?

por el Hermano Pablo

El pequeño avión, rojo y amarillo, hizo una picada desde las nubes. En graciosa curva bajó hacia el suelo de París. Como siguiendo un plan anticipado, se dirigió directamente hacia la célebre Torre Eiffel.

Ante el asombro de todos los transeúntes y de los policías que vigilaban la torre, la avioneta pasó por debajo de los grandes arcos, salió por el otro lado en raudo vuelo y se perdió otra vez entre las nubes. Más tarde hallaron la avioneta abandonada en un campo, aunque del piloto nunca se supo nada. Y la gente de París, todavía estupefacta, se preguntaba: «¿Qué fue lo que pasó?»

Está absolutamente prohibido a cualquier piloto volar cerca de la Torre, mucho menos pasar por debajo de sus arcos. Nunca se había visto tal cosa. Cuando pasó el susto, la gente no dejó de preguntarse: «¿Qué fue lo que pasó?» Y como siempre se esconde algún motivo en las más descabelladas acciones humanas, se preguntaron también: «¿Cuál fue el motivo?»

De las conjeturas que hizo el pueblo, aquí sacamos cuatro. La primera es que el piloto estaba borracho. Sólo a un borracho —decían— se le ocurriría hacer tal cosa. Con demasiado champán en la cabeza el hombre perdió la prudencia.

La segunda conjetura es que el hombre sufrió un momentáneo ataque de locura. Al no tener conciencia de lo que hacía, arriesgó su vida y la de cientos más.

La tercerca suposición es que con eso el hombre ganaba alguna apuesta. Tal vez apostó con los amigos que era capaz de volar por debajo de la famosa torre, y ganó la apuesta.

La cuarta y última conjetura es que el hombre buscaba suicidarse. Tal vez quiso estrellarse con todo y avión contra los hierros de la torre, pero a último momento recapacitó, y en vez de chocar contra la colosal estructura pasó por entre los arcos y escapó.

Podríamos hacer conjeturas como estas desde el amanecer hasta el anochecer, y la mayoría de ellas no serían mas que suposiciones. Pero cabe preguntarnos: ¿Qué es lo que causa en el hombre acciones descabelladas? La falta de sabiduría.

La sabiduría, en su sentido más profundo, es la capacidad de prever futuras consecuencias y de actuar de acuerdo con ellas. Quien no anticipa las consecuencias o, previéndolas, no las toma en cuenta, nunca se verá libre de problemas.

Permitamos que Jesucristo sea el Señor de nuestra vida. Cuando Él gobierna nuestra voluntad y no nosotros mismos, todo lo que hacemos obedece a sus magnas leyes. Y Él nunca nos dirige mal. Confiemos nuestra vida y nuestro futuro al señorío de Cristo. Él nos guiará con toda sabiduría.

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